Respuesta al artículo de Yasmin Salazar
Hace pocos días la señora Yasmin Salazar Méndez, me dedicó un extenso artículo en el portal Primicias, a través del cual -con cifras e indicadores- trataba de torturar los números para decir que la crisis de inseguridad y pobreza que vive Esmeraldas es culpa de… adivinen de quien… si, ¡de Correa! Y como yo fui gobernadora y he sido militante de esa tienda política, debo sentirme responsable. Por lo tanto mi indignación por la situación de mi provincia, no sirve.
Más allá de que valoro que alguien por fin haya intentado rebatir mi criterio expresado con indignación en el Pleno de la Asamblea, a través de un debate serio, no puedo dejar pasar las omisiones que la señora Salazar hace en su publicación, deliberadas o no.
Por lo menos reconoce que he sido víctima de violencia digital, lo cual ya es algo para destacar. Pero ¿Cómo sabe que no he sentido más de una vez indignación por la marginalidad del pueblo afro? ¿No sabe que llevo años de activismo en favor de mi gente y que varias de las decisiones políticas que se tomaron -cuando había gobierno- fueron por mi impulso particular? No, no sabe.
Cuando fui gobernadora, señora Salazar Méndez, las muertes por cada 100 mil habitantes disminuyeron hasta los 5 puntos, hoy superan los 80. Ojalá fuera solo cuestión de números.
En sus propios cuadros, ¿Si se fija el descenso que hay de la pobreza entre 2009 y 2017 (Gobierno de Rafael Correa) y como se dispara en las administraciones de Lenín Moreno y Guillermo Lasso? Ni siquiera es necesario acudir a otras fuentes, con los que usted publicó basta, pese a que son del INEC cuya metodología y resultados últimamente dejan mucho que desear.
No se cuál será el concepto que usted tiene de desarrollo, pero es evidente que una provincia olvidada durante décadas y estigmatizada por razones de raza y exclusión, debe equiparar su nivel de desarrollo promedio con el resto de provincias paulatinamente. Y eso es lo que se estaba haciendo, por eso la curva descendente en los años que cito y que usted inadecuadamente intenta interpretar como un supuesto abandono gubernamental, utilizando una metáfora bastante simplona de un padre que no atiende a sus hijos.
Para que se entienda, el desarrollo con todos sus elementos, no se aplica de la misma manera para todas provincias o regiones del país. Es diferente la realidad del pueblo indígena o del pueblo afro que habitan Chimborazo, Imbabura o Esmeraldas, con la población mestiza en una zona urbana de Quito o Guayaquil. Por eso tratar de comparar los indicadores de pobreza multidimensional de Esmeraldas con otras zonas del país es no entender las aristas de esta problemática.
Lo adecuado y lógico sería comparar las cifras que había antes de la llegada del gobierno de Rafael Correa y las actuales que, dicho sea de paso están en los cuadros presentados, donde la pobreza multidimensional al año siguiente había subido 10 puntos, mientras la multidimensional en niños y jóvenes lo hizo en 12 puntos. Cuestión de comparar.
Le recuerdo además que de acuerdo con la Cepal, Ecuador fue uno de los tres países latinoamericanos que más redujeron la pobreza por ingresos en el período que gobernó la Revolución Ciudadana.
¿Qué es lo que usted omite?
Decir por ejemplo que la tasa de asistencia a la escuela primaria de los niños afro era del 88% en 2006. Y que durante el gobierno de Correa se había incrementado hasta llegar al 95,4%.
Que en el año 2006, la asistencia a educación básica de los afroecuatorianos en relación al porcentaje nacional tenía una brecha de 3,3%; y que esa brecha se redujo a 0,8% en el gobierno de la Revolución Ciudadana.
Que la tasa bruta de matrícula de los afroecuatorianos en educación superior subió de 14% en 2006 a 21% en el gobierno del que formé parte en la Gobernación, entre 2013 y 2016.
En ningún momento he dicho “que en el pasado todo fue maravilloso” y mucho menos en Esmeraldas. ¡Pero vaya que había diferencias! Quizás por eso el pueblo afro sigue favoreciéndonos con su apoyo en las urnas.
Pero no todo es cuestión de cifras. Ojalá solo fuera eso, números sin rostro, simples estadísticas. Las cosas que hoy vemos en Esmeraldas, no las veíamos antes. No recuerdo cuando fui gobernadora, a niños empuñando fusiles, ni cantando arengas de las poderosas bandas que hoy se tomaron la provincia. Tampoco recuerdo a las bandas de delincuentes quemando y volando coches bomba en una ciudad que cierra las puertas temprano y se refugia en sus casas por el terror.
Más allá de los indicadores, a favor o en contra, es evidente señora Salazar Méndez, el abandono del estado y del gobierno a Esmeraldas, cuyos efectos se dispararon contra los más jóvenes después de la pandemia y el confinamiento escolar.
¿No se enteró que UNICEF reportó al menos 770 homicidios de niños, niñas y adolescentes en 2023 en Ecuador? Un aumento drástico del 640 por ciento con respecto a los 104 casos en 2019. Le pregunto ¿Pasaba esto hace ocho o diez años?
Ahora, dígame si no tengo derecho a indignarme.