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Reducción de sueldos a asambleístas ¿Medida Populista de Moreno?

A Moreno le empezó a incomodar la Asamblea. Luego de controlarla a su antojo durante más de dos años, se le ha ido de las manos. Y como todo capataz que pierde el control de su hacienda, quiere sentar un precedente, por eso vuelve a dirigir sus dardos contra el legislativo. Esta vez, les bajó el 50% del sueldo a los asambleístas; según él, porque con esos recursos se podrán resolver los problemas económicos del país. Nada más populista y demagógico.

Esta decisión tiene un trasfondo: continuar asfixiando a la primera función del Estado que ha venido sufriendo en los últimos meses un fuerte debilitamiento institucional y de credibilidad, esto debido a la falta de liderazgo de quienes se han encargado de su conducción, dejando de lado los temas fundamentales que le interesas a la ciudadanía por agendas individuales, de grupos o bancadas que se prestaron a cogobernar con el ejecutivo.

Las manifestaciones de octubre marcaron el declive de la imagen institucional de la Asamblea, el desprestigio no discrimina partidos políticos, ideologías. Todos los legisladores en su conjunto están siendo arrastrados por su mala conducción, que con honrosas excepciones – como la Bancada de la Revolución ciudadana que ha mantenido una lucha vertical a favor de los intereses de los ecuatorianos – en su mayoría, se han prestado para convertir al legislativo en una sucursal del ejecutivo.

Pero honestamente ¿Con esos recursos que se «ahorran» reduciendo sueldos y salarios al legislativo resuelven el problema de plata? No. El gobierno a través de ministro de Finanzas, Richard Martínez tienen una obsesión con reducir el tamaño del Estado recurriendo a los despidos y precarización laboral.

En «ʟᴀ ᴏᴛʀᴀ ᴄᴀяᴀ 👥» hemos preparado un material audiovisual para demostrarles que tomando las decisiones correctas, si es posible recaudar los recursos para atender la crisis sanitaria y social que vive el país a causa del COVID 19.

Esmeraldas: La indignación va más allá de las cifras

Respuesta al artículo de Yasmin Salazar

Hace pocos días la señora Yasmin Salazar Méndez, me dedicó un extenso artículo en el portal Primicias, a través del cual -con cifras e indicadores- trataba de torturar los números para decir que la crisis de inseguridad y pobreza que vive Esmeraldas es culpa de… adivinen de quien… si, ¡de Correa! Y como yo fui gobernadora y he sido militante de esa tienda política, debo sentirme responsable. Por lo tanto mi indignación por la situación de mi provincia, no sirve.

Más allá de que valoro que alguien por fin haya intentado rebatir mi criterio expresado con indignación en el Pleno de la Asamblea, a través de un debate serio, no puedo dejar pasar las omisiones que la señora Salazar hace en su publicación, deliberadas o no.

Por lo menos reconoce que he sido víctima de violencia digital, lo cual ya es algo para destacar. Pero ¿Cómo sabe que no he sentido más de una vez indignación por la marginalidad del pueblo afro? ¿No sabe que llevo años de activismo en favor de mi gente y que varias de las decisiones políticas que se tomaron -cuando había gobierno- fueron por mi impulso particular? No, no sabe.

Cuando fui gobernadora, señora Salazar Méndez, las muertes por cada 100 mil habitantes disminuyeron hasta los 5 puntos, hoy superan los 80. Ojalá fuera solo cuestión de números.

En sus propios cuadros, ¿Si se fija el descenso que hay de la pobreza entre 2009 y 2017 (Gobierno de Rafael Correa) y como se dispara en las administraciones de Lenín Moreno y Guillermo Lasso? Ni siquiera es necesario acudir a otras fuentes, con los que usted publicó basta, pese a que son del INEC cuya metodología y resultados últimamente dejan mucho que desear.

No se cuál será el concepto que usted tiene de desarrollo, pero es evidente que una provincia olvidada durante décadas y estigmatizada por razones de raza y exclusión, debe equiparar su nivel de desarrollo promedio con el resto de provincias paulatinamente. Y eso es lo que se estaba haciendo, por eso la curva descendente en los años que cito y que usted inadecuadamente intenta interpretar como un supuesto abandono gubernamental, utilizando una metáfora bastante simplona de un padre que no atiende a sus hijos.

Para que se entienda, el desarrollo con todos sus elementos, no se aplica de la misma manera para todas provincias o regiones del país. Es diferente la realidad del pueblo indígena o del pueblo afro que habitan Chimborazo, Imbabura o Esmeraldas, con la población mestiza en una zona urbana de Quito o Guayaquil. Por eso tratar de comparar los indicadores de pobreza multidimensional de Esmeraldas con otras zonas del país es no entender las aristas de esta problemática.

Lo adecuado y lógico sería comparar las cifras que había antes de la llegada del gobierno de Rafael Correa y las actuales que, dicho sea de paso están en los cuadros presentados, donde la pobreza multidimensional al año siguiente había subido 10 puntos, mientras la multidimensional en niños y jóvenes lo hizo en 12 puntos. Cuestión de comparar.

Le recuerdo además que de acuerdo con la Cepal, Ecuador fue uno de los tres países latinoamericanos que más redujeron la pobreza por ingresos en el período que gobernó la Revolución Ciudadana.

¿Qué es lo que usted omite?

Decir por ejemplo que la tasa de asistencia a la escuela primaria de los niños afro era del 88% en 2006. Y que durante el gobierno de Correa se había incrementado hasta llegar al 95,4%.

Que en el año 2006, la asistencia a educación básica de los afroecuatorianos en relación al porcentaje nacional tenía una brecha de 3,3%; y que esa brecha se redujo a 0,8% en el gobierno de la Revolución Ciudadana.

Que la tasa bruta de matrícula de los afroecuatorianos en educación superior subió de 14% en 2006 a 21% en el gobierno del que formé parte en la Gobernación, entre 2013 y 2016.

En ningún momento he dicho “que en el pasado todo fue maravilloso” y mucho menos en Esmeraldas. ¡Pero vaya que había diferencias! Quizás por eso el pueblo afro sigue favoreciéndonos con su apoyo en las urnas.

Pero no todo es cuestión de cifras. Ojalá solo fuera eso, números sin rostro, simples estadísticas. Las cosas que hoy vemos en Esmeraldas, no las veíamos antes. No recuerdo cuando fui gobernadora, a niños empuñando fusiles, ni cantando arengas de las poderosas bandas que hoy se tomaron la provincia. Tampoco recuerdo a las bandas de delincuentes quemando y volando coches bomba en una ciudad que cierra las puertas temprano y se refugia en sus casas por el terror.

Más allá de los indicadores, a favor o en contra, es evidente señora Salazar Méndez, el abandono del estado y del gobierno a Esmeraldas, cuyos efectos se dispararon contra los más jóvenes después de la pandemia y el confinamiento escolar.

¿No se enteró que UNICEF reportó al menos 770 homicidios de niños, niñas y adolescentes en 2023 en Ecuador? Un aumento drástico del 640 por ciento con respecto a los 104 casos en 2019. Le pregunto ¿Pasaba esto hace ocho o diez años?

Ahora, dígame si no tengo derecho a indignarme.

¡AUXILIO! En Ecuador nos matan

¿Qué tienen en común Ana Lucía, Nohami, Lisbeth, Diana Carolina, Xiomy, Virginia, María Mercedes, Nicky, Yadira, Joselyn, Valentina, María José?  Son mujeres que perdieron la vida en manos de un femicida. Hombres que juraron amarlas y protegerlas. Y no es extremo, no es el tema de moda que se activó con el femicidio de María Belén Bernal, ni fruto de la efervescencia mediática y la opinión pública. En Ecuador nos están matando.

Esta es la fase final de una cadena de violencia machista que tiene su origen en problemas estructurales muy arraigados en los antivalores de una sociedad patriarcal que se niega a morir, porque una estructura estatal conspira permanentemente a favor de la impunidad. ¿Por qué negarlo?

Sin embargo ¿Por qué se ha desbordado la violencia de género a límites insospechados? Si bien la violencia recrudeció a partir de la pandemia, eso no quiere decir que la debamos normalizar. Eso sería aceptar una gran derrota como sociedad y nos limitaría a ser casi unos simples espectadores de esta tragedia.

Pero lamentablemente sospecho que eso está pasando, estamos perdiendo la capacidad de asombro como sociedad y a fuerza de presenciar una y otra vez asesinatos, femicidios y agresiones contra las mujeres, los estamos normalizando como parte de la parrilla mediática o de redes sociales.

Foto DIARIO EL NORTE

Hace más de mes fue María Belén Bernal, hace pocas semanas Ana Lucía Muyulema, hace pocos días Michelle Carolina Camacho. ¿Esta semana quién será la nueva víctima? Puedes ser tú, puedo ser yo, puede ser alguien de tu entorno. No estamos seguras.

Hay un total de 207 femicidios registrados entre el 1 de enero de 2022 e inicios de septiembre en Ecuador, mientras la justicia solo ha condenado 218 casos de 1.247 que reposan el sueño de los justos.  Si esto no es impunidad, ya no sé qué pensar.

Este año en el Ecuador cada 28 horas han asesinado a una mujer por la violencia femicida, mientras las estadísticas oficiales indican que 65 de cada 100 mujeres de 15 a 49 años han experimentado alguna forma de violencia en el país.

La destrucción sistemática de los valores como sociedad, el pesimismo colectivo, la falta de autocrítica y la desatención institucional también abonan este campo fértil que nos está llevando hacia el caos y la anarquía. ¡Y no estoy exagerando!

Las autoridades dicen que los crímenes no quedarán en la impunidad. Pero este lugar común no se equipara con el trabajo real de los operadores de justicia ni con las acciones gubernamentales.

No queremos ni podemos tolerar la impunidad, pero me preocupa que en nombre de ella caigamos es una espiral de revictimización a las víctimas, a esas madres que no encuentran consuelo, a esos huérfanos que les fulminaron su plan de vida, a esas familias que gritan justicia. ¡Qué impotencia!

Y en este sentido, lamentablemente, si no hay un cambio de timón, la descomposición nos seguirá advirtiendo que seguimos descendiendo más y más ante la impavidez de las autoridades y la desidia de quienes están obligados por ley a brindarnos seguridad.

La Ley Orgánica Integral para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres fue un gran avance en materia legislativa. Pero no es suficiente, necesitamos la implementación del sistema nacional de atención a víctimas de violencia de género. La voluntad del ejecutivo para asignar los recursos es fundamental.

Estamos por enfrentar un proceso electoral ¿Tus candidatos alcaldes y prefectos están haciendo propuestas en materia de género? Sino es así, debemos liderar desde lo local. Sin violencia no hay bienestar.

Esto cambiará cuando todos los niveles de gobierno trabajen en transversalizar políticas de género, cuando todas las funciones del estado hagan su parte, cuando nuestros compañeros nos acompañen. Hay que cambiar los estereotipos y paradigmas sobre las mujeres, caminemos juntos hacia la igualdad.

En Ecuador nos matan, y mientras no  tomemos medidas reales, nos seguirán matando.

¿Qué pierde María Paula con la salida de Carrillo?

En un acto desesperado de quien se sabe derrotada, sale la mentora de Patricio Carillo a tratar de recoger los pedazos del desastre ocasionado por su pupilo en el Ministerio del Interior.

Si la fórmula no funcionó con Moreno, ¿Qué le hizo pensar a Lasso que insistir en recibir consejos de una fracasada funcionaria que está convencida que con bala y plomo se resuelven los problemas de un país, iba a ser útil? Es incomprensible.

Romo apostó a seguir manejando los hilos del poder. Con Carrillo fuera del gobierno, la “giganta” quedó reducida a lisonjera sin éxito. Eso lo demuestra el artículo publicado hace pocos días en un portal dirigido por quien fuera vocero del gobierno de Lasso, elevando a los altares al exministro de Interior que fue removido por el propio presidente tras el femicidio de María Belén Bernal en la Escuela de Policía.

Romo es una de las pocas personas públicas que han salido en defensa de Carrillo. Se han sumado un par de periodistas, uno que otro activista en redes y pare de contar. ¿Por qué? ¿Qué es lo que les hace defender lo indefendible?

Foto archivo API

En el caso de los periodistas y los activistas de redes, su odio visceral les hace defender cualquier cosa que contradiga lo que apoya o propone el denominado correísmo.

Pero en el caso de Romo el asunto va más allá. Es más complejo. Pues a pesar de los desastrosos resultados en materia de seguridad, resulta que según la exministra de Moreno y muy allegada a Lasso, Carrillo ha sido un ciudadano ejemplar.

Y ahí es cuando viene la pregunta ¿Por qué con esa hoja de vida intachable y capaz de hacer posible lo imposible, no supo hacer una gestión medianamente aceptable como ministro del Interior? Si era temido incluso por sus compañeros -como dice Romo- ¿Por qué la delincuencia e incluso miembros de la Policía se le reían en la cara y controlaban las cárceles y los barrios más inseguros?

Y con la frescura y cinismo que la caracterizan se pregunta ¿Quién gana con la salida de Carrillo? Gana el país, ganan las victimas a las cuales este indolente funcionario no tu empacho en revictimizar, gana la Policía Nacional la oportunidad de iniciar un proceso real de reinstitucionalización saneando de tanto delincuente infiltrado en la institución.

Ni todos los artículos del mundo pueden minimizar las consecuencias de un pésimo desempeño que desbordó estrepitosamente con la tragedia de María Belén Bernal. Por eso, sugerir que las fuerzas políticas auparon la salida del general Carrillo, sin tomar en cuenta sus desatinos, es mirar para otro lado.

¿Lo que subyace aquí es la opinión de quien siente perder un alfil dentro del gobierno de Lasso?. ¿Una especie de discípulo que aparte de mantener una buena parte de su equipo aún trabajando con él, seguía sus lineamientos dentro de la institución?

Para nadie es desconocido el poder que alcanzó la exministra dentro de la Policía. Y tampoco es desconocido que Lasso tiene un buen concepto profesional sobre ella. Entonces no es descabellado que gran parte del Ministerio del Interior haya seguido sus directrices.

Por eso está desesperada, porque pierde control de la institución que ella ayudó a destruir y abrió las puertas para que se corrompa aún más. ¿O creen que una mujer capaz de repartir hospitales a cambio de votos le interesa una Policía honesta y depurada?

Entonces es más fácil decir que aunque la seguridad, las cárceles y la actuación de la Policía fueron un desastre, Carrillo era un prohombre sacrificado, valiente y respetado. Porque quizás en el fondo, hacía lo que ella disponía. Quisiera pensar que esta es una hipótesis, pero los hechos dan mucha fuerza a esa teoría.

Es un reduccionismo, por decir lo menos, pensar que la salida de Carrillo es una jugada política y desconocer la presión de la opinión pública. Que tenía ya una imagen lesionada tras la represión de junio y el advenimiento de un juicio político que iba a desembocar en su destitución.

La remoción de un ministro que tenía incluso el apoyo de la embajada más poderosa del mundo -según sus propias palabras- se traduce en el posible debilitamiento de una estructura cuyos hilos los manejaba una sola persona.

La misma que por ahora lamenta hondamente la salida de Carrillo minimizando el horror que acaba de ocurrir dentro de las filas policiales, que podría convertirse en un crimen de Estado, para sugerir delirantemente que quien gana con su separación es la delincuencia organizada.

Al parecer, no asumir la responsabilidad de los hechos se volvió política de Estado. Y es más fácil culpar al resto para no reconocer que lo que realmente le duele a Romo es el cercenamiento de su parcela de poder.

La Otra Cara: Las obras del «Gobierno de Todos».

Lenín Moreno llegó al poder con uno de los programas más ambiciosos para dotar de vivienda social a los sectores más vulnerables del país: Casa para todos.  Después de dos años y medio de gobierno, desde La Otra Cara, decidimos dar un vistazo a los avances del programa insigne de Moreno.

Lo que encontramos es estremecedor. No solo no ha cumplido uno de los proyectos más importantes de su plan de gobierno; además, en esa lista interminable de ofrecimientos improvisados, pudimos evidenciar que casi todos los proyectos emblemáticos no han iniciado y se quedaron en declaraciones públicas que no han trascendido.

¿Y los medios de comunicación? Pues brillan por su ausencia. Si hay una sola cosa que funciona a la perfección en el régimen, es la relación del gobierno de todos con la prensa, quienes han espectacularizado los ofrecimientos de Moreno, pero guardan silencio ante su mediocre gestión.

Termina el 2019, y a nuestro estilo, no te hacemos un testamento, pero si un recuento de las obras de Lenin Moreno que nunca llegaron.

Casa para todos

«Las obras del gobierno de todos»

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La Otra Cara: Ecuador es víctima de la «Ley del Saqueo»

Ha llegado una nueva ley económica, apodada «Ley del Saqueo» por la profundización neoliberal que atañe. Un adelgazamiento del Estado ecuatoriano que favorece a las empresas privadas como agentes sociales encargadas de gestionar los derechos constitucionales de la población, lo que implica que lo llevarán a cabo con una visión de negocio basada en «maximizar beneficios», convirtiendo los derechos en privilegios a los que solo podrán acceder los más adinerados.

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La educación nos salvó

 

Era domingo 10 de la noche de un 4 de septiembre, llovía a cántaros. Mientras mi madre seguía las recomendaciones de la partera – mi tía Alba Cabezas – para traer al mundo a su primeriza, una pared de caña guadua dividía el dormitorio de la sala. Allí estaba mi padre -para variar con amigos-  tomándose unos tragos, o los «meaos» por adelantado como dirían por mi tierra. Estaba feliz, según él había que celebrar la llegada del  varón… ¡Ups! Nací yo. Una niña de 16 años trajo al mundo a otra niña.

Paula -mi progenitora – tenía pocos meses de haber sufrido la pérdida de su madre producto de un cáncer al útero. Durante todo su embarazo tuvo que lidiar con la enfermedad de mi abuelita Luisa. A los 39 años la desahuciaron y la mandaron a la casa, nunca hubo una cama en el hospital para hacer seguimiento de su complejo cuadro clínico. Mi vieja perdió la fe en la salud pública, nunca más volvió a un hospital, parió a 6 de sus 7 hijos en casa con comadrona, nos curaba la tos con manteca de gallina y emplastos de brochodermine, los parásitos los combatía con zumo de paico y pepas de zapallo; y si nos hacíamos alguna herida jugando, pues en casa nunca faltó merthiolate y polvito secante.

Arturo – mi papá – era un gran tipo, mientras no bebía. Murió sin reconocer que era alcohólico, este fue el motivo que llevó a mi familia a desintegrarse. Mi madre no pudo más; con 20 años, tres hijos y sin haber terminado la primaria decidió abandonar a su verdugo para escribir con sus propias manos su futuro.

Y así empezó; lavando ajeno, de cocinera, ayudante de costura y en cuanto oficio que le diera algo de dinero para mantener sus tres muchachos y pagar sus estudios. Terminó la primaria, se graduó de maestra en corte y confección, aprendió belleza, manualidades. Luego siguió el colegio, hasta que se hizo bachiller.

¡Qué berraca mi vieja! Triplicó sus esfuerzos, a la par que ella estudiaba yo fui al jardín y terminé la primaria al igual que mis hermanos. A los 11 años con mucha ilusión ingresé al colegio. Las cosas estaban más complicadas, ya no éramos 3 hijos, la familia incrementó 2 bocas más, y después de unos años 2 más. A mi mamá le gusta ser madre, jamás renegó de su condición de madre soltera, sacrificó siempre su vida personal por afrontar con responsabilidad su rol.

Había confeccionado mi uniforme, pero la plata no alcanzó para los zapatos. La vecina Goretti, madre de mi gran amiga Olga, guardaba un par que su hija dejó de usar. Me los regaló, mi madre compró un Cherry y los dejó como nuevos.

Ese día marcó mi vida para siempre. Mi madre lloró, me dio un beso en la frente y me dijo: «Mijita, estoy muy orgullosa de ti. Contra todo pronóstico vas al colegio. Tu madre no tiene para darte riquezas, aprovecha y estudia. Solo así serás una mujer libre, independiente, nadie te maltratará ni tendrás que quedarte con alguien por no ser nadie. Mira tu madre, con sacrificio he tratado de aprender un oficio para criarlos. No me defraude«.

Para una familia en condiciones de extrema pobreza, el acceso a la educación y la salud pública de calidad son determinantes a la hora de incidir en igualdad de condiciones en una sociedad. La educación ecuatoriana tuvo episodios de lamentable recordación. El Movimiento Popular Democrático (MPD) a través de la Unión Nacional de Educadores (UNE) mantuvo por años secuestrado el sistema educativo público como botín político. Estudiar en esas condiciones ya era una hazaña. Entender a la educación como la herramienta más potente para sacar a los pueblos de la pobreza.

En 2006 la inversión en educación fue de 1.083 millones de dólares, mientras que en el 2013 la inversión alcanzó los 3.280 millones de dólares, es decir logrando un aumento de más del 300%; en el Gobierno de la Revolución Ciudadana se invirtieron $ 7.348 millones de dólares.

Otro de los logros es el histórico aumento de la cobertura universal que en educación básica ya alcanza el 96% y el 35% en educación superior. Para tener resultados era necesario establecer una política diferenciada para los pueblos y nacionalidades; es así que en 2010 los Afroecuatorianos tuvieron un repunte en inserción al sistema de educación superior con un 2,8% superando a los Indígenas que obtuvieron 1,9% y los Montubios 1,6%.

Ecuador asigna a las universidades el 1.8 % de su Producto Interno Bruto (PIB) en comparación a los países más ricos del planeta que destinan el 1.67%. Es por ello que en el Índice de Competitividad Global 2013, elaborado por el Foro Económico Mundial, el que Ecuador ascendió 76 puestos en educación, convirtiéndolo en el país con mayor inversión educativa en la región.

Estos avances se ven amenazados en la Proforma Presupuestaria 2019 propuesta por el gobierno de Lenín Moreno, en donde la educación sufre una importante reducción, que no sólo afecta a la educación superior, también a la inicial, así lo expresa Fander Falconí, ministro de Educación.

La educación salvó a mi familia. Salvó a mi madre de mi padre, salvó a sus 7 hijos, 5 ya somos profesionales, y 2 están cosechando los frutos de una mejor educación. Los pobres no deciden ser pobres, la pobreza es el resultado de políticas inequitativas. Es cuestión de sentido común, si un país quiere disminuir pobreza, invierte en educación. Si un gobernante quiere salvar a su pueblo de la ignorancia y la sumisión invierte en educación. Si la educación ya nos salvó una vez ¿Qué esperamos para rescatarla?

Publicado en ElEstado.net

¿Hasta cuándo el destierro de la libertad en Ecuador?

Desde la comunicación gubernamental se ha construido un relato donde prima el diálogo, los consensos, la mano tendida, los «aires de libertad» se respiran por doquier; es más, en ese reencuentro con las «libertades«, desde el gobierno, se exhorta a la prensa a ejercer con rigurosidad su trabajo periodístico, a investigar hasta llegar a los corruptos, que lo ayuden a descubrirlos dice el presidente Lenín Moreno. Pues le tomaron la palabra, lo que no sabían los periodistas es que esa consigna no incluía a funcionarios de su administración. No, no, no… De la puerta de Carondelet pa’ fuera, allí está prohibido entrar porque lo que hay adentro huele feo, y si se escarba un poquito, explota la podredumbre.

Y explotó. Caterva, periodista del medio incautado TC Televisión, desarticuló la banda mejor organizada de cobros no autorizados a cuenta ahorristas y tarjetahabientes de la historia. El método de robo por goteo más perfecto que se ha diseñado entre la banca, las empresas de asistencia en servicios privados y el gobierno. Sí, el gobierno. Eduardo Jurado, secretario de la Presidencia de la República resultó ser el accionista de GEA, la empresa que lidera el mercado en ese rubro y que desde su privilegiada posición de funcionario del régimen ha logrado una rentabilidad para su empresa de más de 57 millones de dólares tan sólo en el 2017.

Caterva  confió en el relato, creyó que vivía en un país donde la libertad de expresión es política de estado y su deber era decir la verdad. Pues su denuncia no tuvo eco, Jurado sigue siendo uno de los hombres duros del círculo de poder de Moreno, mientras que al osado y valiente Mauricio Ayora le ha tocado vivir momentos de terror.

Lo sacaron de pantalla por 15 días, lo presionaron a que firme su renuncia, sufrió hostigamiento y calumnias por parte de altos funcionarios como Santiago Cuesta – por cierto, es tan extensa la lista de fechorías de este individuo que requiere un artículo aparte – ; y lo que es peor, colegas periodistas publicaron artículos asegurando que la denuncia era una estrategia orquestada por el correísmo para desacreditar a la honesta banca ecuatoriana y desestabilizar la escuálida economía del país. Y la cereza del pastel, el mismo día que sancionaban al periodista, el relator para la libertad de expresión de la CIDH, Édison Lanza dio rueda de prensa hablando maravillas del restablecimiento de las «libertades» en el Ecuador, y cuando le consultaron sobre el caso reciente de censura a un periodista de un medio de gobierno, sencillamente le restó interés.

Cuando creíamos que lo habíamos visto todo se produjeron una avalancha de despidos masivos de los medios públicos. Aproximadamente 50 trabajadores de la comunicación han sido separados de sus puestos de trabajo sin ninguna justificación. Uno de los casos que más ha conmocionado a la opinión pública es la separación de la periodista Lorena Abad, responsable del noticiero matinal de Radio Pública de Ecuador por más de 10 años.

Ella fue diagnosticada con cáncer, los directivos de la empresa tenían conocimiento de su cuadro clínico, y aún así la despidieron sin indemnización. Andrés Reliche, colaborador y compañero de ElEstado.net hizo la denuncia en sus redes sociales sobre lo que estaba ocurriendo; el resultado: amenazas, mensajes temerarios y la decisión del comunicador de autocensurarse para evitar represalias.

¿Cómo puede el gobierno sostener un relato mentiroso y distorsionado de un país de libertades con hechos visibles de vulneración flagrante a la libertad de expresión y derechos laborales de periodistas? ¿Hasta cuándo la prensa calla y aúpa todo este sistema de represión, silenciamiento y temor de periodistas que por no perder sus trabajos se autocensuran? ¿Hasta cuándo las corporaciones mediáticas adornan la mediocridad de un gobierno que reparte el país, afecta el empleo adecuado e incrementa el desempleo, no cumple con sus ofertas de campaña y endeuda al país sin control? ¿Hasta cuándo alcahuetean a un secretario de comunicación que va de tumbo en tumbo poniendo en riesgo la seguridad del Estado y la imagen del país con su torpe y desacertado manejo de la política comunicacional? O no se han enterado que el mal manejo de la crisis de frontera provocó el asesinato de los periodistas Paúl, Javier y Efraín; así como la de los ciudadanos Oscar y Katty, sin olvidar las bajas militares.

Se acabó la farsa, no hay tal gobierno de respeto a las libertades. La transición viene con el manual fascista incluido, en donde los medios juegan un rol fundamental para instalar en el imaginario social y la opinión pública un estado de incertidumbre, desconcierto y miedo a costa de dejar solos y desprotegidos a sencillos y valientes periodistas. Cuánta vigencia toman las palabras del periodista argentino Rodolfo Walsh, asesinado por la sangrienta dictadura militar, extraídas de su libro OPERACIÓN MASACRE «Mis colegas periodistas de los grandes diarios podrían tomarse el trabajo que yo me tomé, en vez de copiar lo que les dicta el teniente coronel fusilador«.

Las dictaduras contemporáneas ya no matan con balas, su operación la centran desde los medios que basan su estrategia en la manipulación, omisión de información relevante y cesura previa, mecanismos que afectan la democracia y a las grandes mayorías populares que pasan a un segundo plano en la agenda neoliberal. Y ¿Hasta cuándo callan? ¿Hasta cuándo encubren? ¿Hasta cuándo son cómplices de Moreno?

Publicado en ElEstado.net

Rumores que matan

El Ecuador está consternado. Es increíble que en la localidad de Posorja, provincia del Guayas, por un rumor el pueblo enardecido tomó la justicia por sus propias manos. La noticia sobre tres hombres que habían intentado secuestrar a un menor de edad se regó como pólvora.

No preguntaron motivos ni razones, había que exterminarlos, exponerlos al escarnio público, tenían que recibir su merecido ante la repudiable acción. Los encargados de garantizar la seguridad y el orden no pudieron hacer nada; aterrados, impávidos sólo atinaban a observar cómo piedras, palos o cualquier objeto contundente servía como arma para acabar con la vida de los que hasta ese momento eran culpables. No eran uno, ni dos, eran cientos los que gritaban en la plaza pública «¡Mátalos! ¡Mátalos!»

Ellos no tuvieron oportunidad de dar su versión o demostrar su inocencia, porque antes les quitaron la vida.
Pero, ¿por qué nos escandalizamos por lo ocurrido en Posorja? Total, ese es el pan nuestro de cada día. Sí, en eso nos hemos convertido, en una sociedad sanguinaria y depredadora, incapaz de mirarnos en los demás como iguales; intolerante, odiamos porque sí, no es suficiente acallar a los que piensan distinto, no, hay que eliminarlos. Somos un país en el que las garantías mínimas de respeto a los Derechos Humanos se esfumaron, no existen. ¿De verdad creemos que la masacre de Posorja fue un hecho aislado? No.

Mientras en esa localidad costera se mataba a sangre fría a tres personas por un «rumor», a varios kilómetros en la capital de la república donde coexiste la civilización, en «La casa de Todos«, un asambleísta pedía en el pleno de la Asamblea Nacional, la expulsión de uno de sus colegas de una comisión que trataría el protocolo de atención a niños que hayan sufrido abusos sexuales en establecimientos educativos, porque a su juicio el legislador carecía de probidad para dirigirla, porque ha sido acusado de tener responsabilidad en los casos denunciados por padres de familia cuando fue ministro de educación. El tema es que pide la expulsión de una Comisión inexistente, la justicia no ha probado que el exministro y legislador sea responsable de lo que se lo acusa; y lo que es peor, la prueba que utilizó para pedir la expulsión era una noticia falsa publicada por un diario.

Y hay más. En el mismo recinto legislativo, un día antes, se puso en escena el espectáculo circense más esperado por los ecuatorianos. Las protagonistas: la asambleísta correísta Sofía Espín, -y hago énfasis en «correísta» porque en este país es el principal delito de cualquier político opositor al régimen de Moreno – y Diana Falcón, testigo protegida en el Caso Balda.

Cual circo romano, se había preparado el escenario para tirar a los leones a la responsable de haberse tocado el pelo 200 veces, haber osado usar gafas y visitar a una privada de la libertad que está siendo utilizada para inculpar al ex presidente Rafael Correa de un secuestro.

Lo que no esperaban los agoreros del desastre es que no les salga el número, porque la trapecista Falcón cae en contradicciones. Para acusar a Correa se declara culpable, pero para incriminar a Espín se declara inocente. ¿Estamos sorprendidos con la barbarie de Posorja? Pues no deberíamos, porque así como asesinaron a tres personas por rumores, la Asamblea Nacional y la justicia ecuatoriana intenta asesinar políticamente Rafael Correa y sus coidearios; sin pruebas, sin un debido proceso, ya sentenciados desde los noticieros y los titulares de los diarios, forjando pruebas, construyendo relatos ante la opinión pública que permitan exterminar todo lo que a su paso tenga la huella de la Revolución Ciudadana.

La sociedad violenta, indolente e intolerante que asesina por rumores, es simplemente el reflejo de lo que el Estado, que a través del gobierno y sus instituciones hacen a sus adversarios políticos, perseguirlos hasta eliminarlos de la realidad política del país, sumirlos en un injusto silencio mediático para ejercer una violencia quizás más suave en las formas pero más brutal en el contenido: el regreso del neoliberalismo que llenará las cuentas de la oligarquía mientra vacía las despensas de los ciudadanos.

Publicado en ElEstado.net

YEGUA, PUTA Y MONTONERA

Nunca entendí porque Cristina Fernández no daba entrevistas a medios. Si es brillante, informada, comunica como pocos, extraordinaria gestión de gobierno, la plataforma construida por Néstor Kirchner le daban a ella y al proyecto progresista y popular que lideraron por más de 12 años en Argentina las credenciales suficientes para disputarse el espacio mediático de tú a tú con quien quisieran. Pues no fue así, debo reconocer con asombro que muy a pesar de lo excelente oradora y su capacidad de movilizar masas con sus discursos, la morocha ayudó a construir un mito en torno a su relación con los medios. Que era diva, atorrante, que no acepta preguntas, que vive en una burbuja. En fin.

Tomado de Instagram
Yo, cual fan – si, la admiro y mucho – me quedé pegada al celular las más de dos horas que duró su entrevista en la plataforma digital INFOBAE. Esa entrevista será materia de discusión y análisis para la comunicación política del mundo sin lugar a duda. Para mi fue un espacio donde encontré todas las respuestas a ese mar de preguntas, que a pesar de las dudas, jamás me hicieron cuestionar su referencia para las mujeres que estamos dando pasos en política.
Cristina, la morocha, dejo al descubierto su alma. Esa dama de hierro, impenetrable, enigmática – pero más clara que nunca de cual es su rol en la historia de la región y de su país – se mostró sensible, con dolor, vulnerable. El momento cumbre de la entrevista para mí fue una daga en pecho, porque en un acto de nobleza sin parangón, nadie pensó ni se imaginó que esa mujer a la que catalogaron sin alma, también sufría, lloraba, tiene una familia a la cual sostener luego de la perdida del amor de su vida; y con esa mochila pesada en el alma, puso en juego su honra y condición de mujer por el proyecto nacional y popular, por los choripaneros (borregos sanducheros en Ecuador).


Tomado de YouTube

Ahora está más claro el panorama, es mujer, por eso todo el linchamiento despiadado desde los medios hegemónicos; había que acabarla, hacerla ver inferior, arrastrarla. Cualquier parecido con el escenario de Ecuador es mera coincidencia. ¿Cómo una yegua, puta y montonera puede osar ser presidenta? ¿Cómo una mujer que hizo de su gestión la referencia regional de respeto y defensa a los derechos humanos permite que  vulneren los suyos y nunca hizo ni dijo nada? ¿Se puede en nombre de la libertad y la democracia despedazar la dignidad y la vida de una ser humano que su único pecado es ser mujer y haber osado ser candidata a presidenta y legítimamente electa por dos ocasiones? Hoy no me queda duda que debemos estar más unidas que nunca en la defensa irrestricta de nuestras referencias ideológicas, políticas y de género en la región. ¿O ustedes creen que fue inocente el golpe de Estado contra Dilma Ruseff en Brasil? ¿O que no hay nada detrás de los sexistas y repugnastes titulares sobre la designación de Lucía Topolansky como vicepresidenta de Uruguay?
Tomado de Twitter
No hay casualidades, para las oligarquías, la política es un espacio reservado para muy pocos, y lo más deleznable, es que los medios se prestan para cosificar, adjetivar y estigmatizar a la mujer que se toma el atrevimiento de desafiar al poder desde la legitimidad que da el representar a las mayorías. No quieren que seamos opciones, siempre detrás, sin estorbar, sin aspirar, sin luchas, sin referencias. Esta ola es imparable y no debemos permitir que se detenga, seamos más las irreverentes yeguas, putas y montoneras que pateamos en el trasero al sistema político y mediático machista. Con ternura y sensibilidad, sin dejar la fuerza y terquedad… VAMOS A RESISTIR! NI UNA MENOS EN POLÍTICA!! FUERZA MOROCHA!!