LA VERDAD O MORIR

¿Se debería cuestionar a un periodista por ser militante o afín a un candidato? No. Literal, no. Es más, esta coyuntura – a propósito de la posición adoptada por Rafael Cuesta, Alfonso Espinoza de los Monteros y Alfredo Pinargote frente a los resultados electorales del 2 de abril – debe servirnos para profundizar la discusión del rol que juegan los medios de comunicación y los periodistas en una campaña electoral bajo el membrete de “independientes”.
A ver, no está mal ser de izquierda o de derecha, no se debería cuestionar la filiación política de un periodista, no; eso no está en discusión, al contrario, es bueno que se muestren tal cual, a quién representan y que intereses defienden. Lo que debemos repudiar con todas nuestras fuerzas es que se mienta y violen los principios básicos del periodismo que se fundamentan en: INFORMAR de manera veraz, objetiva y oportuna.
El periodista no puede mentir, no puede manipular la información, no puede tomar una posición contraria frente a temas que determinan el futuro de un país; la verdad no tiene ideología, seas de un medio público, privado o comunitario tienes que informar con la verdad, la verdad es la verdad y punto. Aquí cabe la reflexión de Noam Chomsky: “Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión”

 

Cuesta, Espinoza y Pinargote mintieron, sencillamente porque no estaban a favor de los resultados electorales, cuando su misión como periodistas era informar la decisión del pueblo ecuatoriano en las urnas, nada más. Mi intensión no es satanizar la posición política de los periodistas, al contrario, es llamar a todos a una profunda reflexión para rescatar los valores y principios del periodismo que se ven cuestionados porque se manosean conceptos como la libertad de expresión, dejando de lado la responsabilidad que conlleva comunicar en función de la sociedad.
Y que se entienda, esto no es una cacería de brujas, ni mucho menos etiquetar a buenos o malos periodistas, es el momento de ir más allá, de interpelar a todos los actores que hacen comunicación, en todos sus niveles, no podemos quedarnos impávidos ante la vulneración de derechos adquiridos en la LOC. La democracia se fortalece con una buena prensa, desafortunadamente adolecemos de ella, no hay autocritica, no toman en cuenta que el televidente, el lector, el oyente ya no come cuentos y que en sus manos tienen el control para apagarles las luces y bambalinas del ego. La audiencia los pone, pero también los saca, o informan en base a la verdad o morirán en el olvido como mentirosos.